2 de marzo de 2007

LAS PUERTAS DEL CIELO


Nadie puede comprender el sufrimiento o la felicidad del prójimo hasta que él no la siente en sus propias carnes. “Te comprendo” solo es un mero formalismo para intentar consolar a la victima.

A veces es posible simular un hecho que nos haga comprender el sentimiento del otro. Un simple acercamiento sin lograr entrar en toda la dimensión del problema. Sentirlo en toda su amplitud está en la capacidad de implicarse.

Así que uno se puede ir a Etiopía sumergirse en la extrema pobreza pero con la seguridad que dentro de unos días volverá a su cómodo hogar.

El arte ha sido un vehículo para acercarnos a estos sentimientos. Podemos emocionarnos viendo el Guernica, llorar con El Pianista, o temblar con Primo Levi.

O sufrir un poco con “Las puertas del cielo”

Las Puertas del cielo es teatro de la experimentación.

Un contenedor de mercancía es el lugar donde discurre toda la historia. Donde el espectador se situará para participar. Será empujado, introducido de forma brusca por las manos de la mafia.

Un contenedor; medio que utilizan muchos emigrantes para llegar al ansiado destino. Una travesía larga y oscura que en muchos casos puede ser mortal.

El contenedor se oscurece únicamente se escucha la respiración, el miedo y deseo del polizones.

Un hombre nos habla en un idioma que no conocemos; de las maravillas del nuevo mundo a descubrir. Unas palabras infructuosas que no calman la inquietud. Las mismas que recibe el emigrante cuando una manta extendida por la voluntaria y sus palabras no ofrecen más que desconcierto.

En la travesía muchos padecen, sus sueños se ahogan en el denso mar. Para unos este cadáver será únicamente un número en cambio para los suyos la esperanza de mejorar en lo peor.

Sólo unos elegidos alcanzarán; tierra. Una tierra que nos los recibe con las manos abiertas, más bien con temor. Donde unos se integraran y otros reaccionaran contra tal injusticia.

Durante toda la obra se palpa, la angustia: ¿seremos descubiertos? Cada ruido amplificará esta sensación, ¿sobreviviremos? La insistencia de los cuerpos por saciar sus necesidades básicas será imposible de controlar.

El espectador experimenta tal impacto, que su percepción de este “problema” cambiará.

Un acierto es la utilización de las luces y la oscuridad. La oscuridad como angustia; y la luz que no tranquiliza; pues enseña la tragedia. El emigrante que se ahoga o el que decide tomarse su injusticia, por su cuenta.

Actores implicados más que interpretándola sintiendo la obra como una tragedia personal.

Una tragedia donde todos participamos de forma indirecta y donde no podemos ser indiferentes. En nuestras preguntas pueden ser respuestas a este problema.



La obra ha sido representada en el VI Festival Alternativo de Teatro y danza de Vigo

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