9 de abril de 2007

PAUL IN BROOKLYN

Aquí todo un ejemplo del refrán español “Échate la fama…” Y es que del último libro de Paul Auster es lo único bueno que se puede decir.

Uno puede nacer con el arte de escribir, de componer música o de pintar. Aunque la vida le de ese don, sino lo trabaja poco a poco caerá en una monotonía dañina tanto para él como para los que quieren disfrutar de su arte. Y esto le puede haber pasado a Paul Auster. Desde varías obras venimos sufriendo su unidimensión. Y su poca originalidad a experimentar. Aunque en esta obra utiliza la técnica muy empleada en el cine del (cine dentro del cine. En este caso un libro dentro de otro libro)

Pues el protagonista de este relato un hombre maduro recién divorciado jubilado y despreciado por su hija tiene que hacer frente a una nueva vida en el archiconocido Brookyn. Allí se encuentra con su sobrino más prometedor. Que de futuro catedrático se convierte en un ordinario taxista hasta llegar a ser un fructífero librero. Que trabaja para un librero homosexual reinsertado después de haber pasado por la cárcel por un delito de falsificación. Y para entra en el juego aparece la hermana del taxista sobrina de nuestro insigne protagonista loca mujer que empieza siendo actriz porno y termina en manos de un fanático religioso. Y todo esto en un tiempo muy determinado las elecciones del 2000 al atentado del 11 de septiembre. Con la novedad que es el protagonista quien recoge algunas de estas vivencias en el libro que está escribiendo.

Así de sencillo es este libro.

Para más inri y asombro esta obra ha sido recibida por algunos con todos los elogios habidos y por haber. Desde una increíble moraleja; prosa maravillosamente fluida… Y toda una metáfora, halago y termino muy utilizado cuando la falta de ideas es notable. Pero algo bueno tiene este libro, es la facilidad con la que se lee, igual que se ve una película semi-intelectual de Julia Robert.

A Paul Auster le viene ocurriendo lo que a muchos autores. Su prolifera obra. Casi libro por año. No esta relacionado con la calidad.

Y aunque mucho se empecinen de elevar Paul Auster como signo de la literatura americana del momento. Este no está a la altura del mordaz e inteligente Phillip Roth.

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