18 de septiembre de 2006

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA



Ken loach después de visitar el infierno en sentido de calidad con “Solo un beso”
Con “El viento que agita la cebada” sube uno pocos peldaños per sin llegar a la superficie.

La represión genera odio. El odio genera ganas de revancha.
Irlanda hasta mediados del siglo pasada formaba parte del gran Imperio Británico. La dureza con que su ejército se cebaba con la población irlandesa y la política de represión hizo despertar el ansia independentista de los irlandeses.
Bajo la fuerza de un gran ejercito. El único recurso que le queda a la población fue la creación de células de resistencias. Células de resistencias que con ataques calculados consiguió hacer retroceder al gobierno británico y conseguir una esperada tregua. Tregua que provoco el conflicto que hoy conocemos.
(De esta resistencia fuimos espectadores aquí cuando los maquis intentaron bajo su débil lucha acabar con el régimen fascista).

Loach arremete contra la opresión. En unos momentos en que el nuevo imperio sigue actuando de esta forma. Y donde también células organizadas trata de defenderse de la represión y pérdida de derechos ejercida por parte de los conquistadores.
Loach siempre pretende dar clases de moral y esta no va ser una excepción. Gracias sobre todo a su guionista Paul Laverty. Ha conseguido reflejar esa contradicción en las en las que llegados a unos momentos unos eligen la pasividad y el conformismos y otros la lucha y lealtad hasta alcanzar sus ideas. Aunque ello conduzca a la lucha contra hermanos.

El viento que agita la cebada no es una película redonda. Pero si las interpretaciones sobre todo de Cillian Murphy: que después de ser un simpático y tierno travestí en esta película se convierte en arduo e inteligente guerrillero.
Además de la cuidada luz que domina todo le metraje y la bella ambientación.

Una película recomendable en cualquier caso. Aunque sea únicamente sólo para comprobar la vigencia del binomio opresión = odio.

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