El fútbol monopoliza todo el deporte español. No hay ciudadano español que soy capaz de decir de carrerilla tres jugadores de la selección. Durante nueve meses sufrimos la liga a lo que se añade los partidos de Chapion y UEFA.
Pero el fútbol está vulgarizando. Lo exterior domina en la actualidad el propio juego. Hemos visto como se le da más importancia al presidente de un club o a la vida intima de los jugadores que al propio juego. Conocemos cuantas neveras tiene Beckham o el número de novias de Ronaldo y sus artes amatorias.
Pero siempre nos queda una isla. Esta isla es el baloncesto (que quede claro que no lo hago por que hayamos ganado) Es un placer ver un partido de baloncesto. Una jugada de segundos puede decidir un partido. El juego es cuerpo a cuerpo. Son pequeños gladiadores que tienen la obligación de reaccionar rápido y tomar de estrategias en pleno juego. Pero lo que hace más grande hace este deporte es la fuerte conexión de equipo.
En este deporte todos son uno. No existe los divos ante la pelota todos tienen la obligación de jugarla. Compenetración y no individualismo donde chocan tanta estrellas con súper egos.
Además los jugadores son personas humildes y siente lo que hacen; lo viven; no tienen el peso de la fama. Chicos de calle que sonríen y no se les dan por patalear por que el alcalde no les deje montarse en la Cibeles. Jugadores de valor que cantan victoria como el equipo del barrio.
Nada de actitudes chulescas de corredores de formula 1 ni de tenistas de 19 años.
El ejemplo es el joven Gasol. Disfruta con lo que hace. Por ahora tiene los pies en el suelo. No le importa jugarse un partidito con los vecinos de toda su vida ni mostrar el miedo y la angustia de verse en USA jugando en la NBA. Actitudes que hacen grandes a estos hombres.
Que sigan así y que nunca se cieguen. La esencia está en disfrutar de lo que se hace.
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